domingo, 6 de noviembre de 2011

Mejor de las antiguas...


“Mamá, no me importa que no seas una madre moderna, prefiero que seas de las antiguas”. Mi hermano Álvaro, a sus 14 años, es todo un filósofo. Esta frase se la dijo a mi madre hace ya unos años, refiriéndose a una situación que había visto por la calle. Mujer y madre, de aspecto e indumentaria juvenil hablando por el móvil mientras calla a su hijo, que trata de contarle algo. El hecho podría quedar en una mera anécdota, un despiste de la señora, una situación cómica mal entendida si no fuera porque se repiten numerosamente y de manera análoga a la descrita, en diversas variantes, momentos muy parecidos.
La frasecita de mi hermano que, con el desparpajo que tiene, quedó únicamente en unas cuantas risas de sobremesa, tiene, a mi modo de ver mucho más trasfondo. Me parece que es fiel reflejo de la sociedad en la que vivimos. Y me explico. No es el hecho en concreto sino la multitud de carencias que del mismo se pueden extraer y que son aplicables a la sociedad “más avanzada” como nos gusta autodefinirnos.
Falta de comunicación, inmadurez, irresponsabilidad, ausencia de educación, carencias afectivas, desunión familiar, poco respeto… Es lo que se me viene a la cabeza ante la citada alegoría, y, que me perdone la señora, porque esto no pretende ser en ningún momento un juicio particular contra ella, pero sí una crítica a la sociedad. Sociedad que se dice avanzada y en la que falta comunicación y sobran medios. Sociedad que se considera democrática y que se caracteriza por el juego de intereses. Sociedad que se autoproclama justa y se olvida siempre de los más desfavorecidos. Sociedad que se considera libre y acaba por encerrar al hombre en su propio egoísmo. Sociedad en la que se cuidan la superficie, pero lo que haya dentro no interesa a casi nadie.
Sé que me pueden tachar de negativa, asumo el riesgo. Pero es un tema que realmente me parece preocupante. No veo por ningún lado el problema de que el hombre se desarrolle, invente, cree, se expanda, avance…Pero no entiendo que se pierda todo lo que debe servir de base a ese desarrollo, que se olviden los valores tradicionales, las virtudes y que nos quedemos en la mera técnica, que los padres sean ahora colegas en vez de modelos a seguir, que cada cual tenga que “ir a su bola” porque, sino, se siente oprimido, que prevalezca el culto del cuerpo en vez del alma, que todo sea consumismo, tecnología y banalidad. El avance es muy positivo en sí mismo, pero si por cada paso que damos retrocedemos dos, el balance se nos queda en números rojos.
Es por eso que me gustaría hacer un llamamiento a no olvidar todo lo que de experiencia ha obtenido el ser humano a lo largo de la Historia. Hemos de abrazar la técnica y el avance con una mano, mientras que con la otra no soltamos el saber acumulado para así no caer en la dominación de lo que inicialmente iba a ser nuestro dominio. Sería una pena que el desarrollo se convierta en un retroceso tan marcado. Supone un alto precio a pagar por obtener una sociedad desarrollada.
¿De verdad estamos dispuestos a caer en semejante sinsentido?

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